…me chifla todo lo que me recuerda a mi niñez…

…los que ya lleváis tiempo conmigo sabéis que soy una apasionada a todo lo tradicional,  lo que me recuerda a mi infancia, a las costumbres camperas y compartirlo con mis hijas no tiene precio…

Los días de herradero eran una fiesta. Temprano migas con café y enseguida a aparejar a los caballos para apartar, en mi caso los potros, en este caso los becerros.

Ahora se agilizan las tareas en el campo, todo se hace más cómodo. Recuerdo la candela pegada a la pared de piedra y los hierros preparados. Los animales salían del cepo y entre unos cuantos lo agarraban e inmovilizaban para ponerles el hierro de la ganadería y el número que les distinguía. Ese olor siempre me gustó. Ahora incluso más porque me trae tan buenas sensaciones…

Ahora se calientan en una especie de soplete, que lo hace más rápido y se les hierra en el mismo cepo de manera mucho más fácil y segura…pero el encanto de lo de antes…nanai.

Después amigos, familia, aperitivo, vinitos, cocido y tertulia al sol.

Pía tomaba nota y el año que viene si Dios quiere…herraremos uno juntas.

La mañana, de lo más primaveral, prometía el gran día que pasamos.

Los gansos tan ariscos como siempre. Qué bonitos son pero que mala sombra desprenden cuando empiezan a resoplar

La pasión de todo niño, y de los mayores, o me vais a decir que no es genial criar un becerrito. Qué bonita foto cuñado.

Ellas lo disfrutaron muchísimo

Y yo ni os cuento. De la botella típica con la tetina, ya vamos profesionalizando con cubo que hace 4 litros. Federica.

Somos unas privilegiadas.

Pero el campo también esconde sorpresas de lo más desagradables…

No me la encontré yo eh, pero si la veo me da algo. Qué horror.

Un beso apretao…